Autor: David Leija BearCuando estuve en la prepa leí en algún lugar que Costa Rica era el país más verde del mundo. El haber leído eso me dio una curiosidad inmensa… como que no lo creía; lo tenía que ver con mis propios ojos. Y luego cuando me recibí de la universidad mi amigo y yo estabamos arreglando todo con la esperanza de mudarnos a Costa Rica por al rededor de un año. Todo iba de acuerdo al plan que teníamos hasta que desafortunadamente, y por menso, me metí en problemas. En ese momento tuve que apretarme el pantalón como decimos en México y dejar de andar soñando para poder trabajar. No tuve opción mas que ponerme las pilas y darle duro. Como se podrán imaginar, allí murió el sueño. Al menos eso es lo que pensaba. Adelantémonos unos cuantos años y por fin se logra el sueño: En fin, llegué a bellísima Costa Rica. Sin embargo, nunca pensé que tuviera que recorrer más de 5,000 millas por tierra para lograrlo. Eso sí que no fue parte del sueño. Como se podrán imaginar me salió una mini-lagrimita al llegar a esa tierra ‘prometida’. No cabe duda que los hombres por más ‘machos’ que seamos también lloramos. Bromeo.
Son pocas las veces cuando uno llega a un hogar y se siente verdaderamente en casa pero al llegar nos recibió una familia tan calurosa, alegre y verdaderamente simpática que así nos sentimos de inmediato. La alegría de esta familia le salía por los poros y se sentía. Luego de habernos bañado (la señora le ha de haber dado gracias a Dios ya que habíamos viajado dos días seguidos manejando por un calorón centroamericano para llegar. ¡Imagínense!) seguimos conversando mientras comíamos el platillo tradicional, gallo pinto. Al conversar, me di cuenta de que por más sabiondo que me sintiera… no les reconocía el acento. En ese momento me di cuenta que la verdad solo había conocido a dos Ticos en la vida y realmente sólo uno de ellos provenía de tierras Costa Ricenses. Bastó con conocer al país más verde del mundo por solamente cinco días para darme cuenta por qué no conocía a más Ticos. Con todo lo que tiene que ofrecer, simplemente no hay necesidad de salir del país. *** Al llegar a la casa de nuestros anfitriones pude ver que no iba a caber nuestra van inmensa en la cochera, pero en corto, salió el vecino a ayudar. Midió lo ancho y alto de la camioneta y determinamos que sí cabría, pero ni un pelito más. Nos tardamos una media hora en meterla. Pienso que si no la habríamos lavado ese dia no cupiera por los granitos de tierra que hubiese tenido. Cuando nos acomodamos en la sala, la Sra. Barrantes, nuestra anfitriona, entró casualmente con la bebé de uno de los vecinos. Se sintió un fuerte enlace en la comunidad, como siempre he imaginado que debería de ser, pero desafortunadamente nunca he tenido el placer de sentirlo en los Estados Unidos. Me da esperanza ver a la comunidad así y seguiré luchando para que un día mis hijos puedan crecer en ese ambiente. Esa noche dormimos como me imagino que durmió el bebé ya que la noche anterior habíamos dormido en la camioneta en medio de un calor tropical, estacionados en la costa Pacifica Nicaragüense. Era muy bonita la vista pero dentro de la camioneta había un calor sofocante ya que no hubo brisa esa noche. Nunca olvidaré el sonido de esa noche cuando mi primo se despertó en un charco de sudor, hablando como si fuera el señor barrigas astmático diciendo, “Ya no aguanto… de veras no aguanto”. Los dias siguientes los pasamos hablando con la gente y conociendo la capital, San José. Por lo general, la gente es muy amable y amigable en Latinoamérica, pero en Costa Rica existe algún elemento extra. Puede que haya sido nuestro entorno y nada más, pero sin duda, sentimos un aire de amabilidad elevada y sincera al hablar con la gente. La manera en que hablan los Ticos de su país es una cualidad admirable. Se siente que se les infla el corazón con orgullo al hablar de su país y sin una onza de prepotencia. No sé qué será, pero me imagino que tiene algo que ver con el echo de que este país ha ocupado el primer lugar en el Índice del Planeta Feliz de acuerdo a la Fundación Nueva Economía (FNE)… y dos veces. Otra cosa que destaca a este país es que fue la primera nación soberana en abolir su ejército, y sigue siendo uno de pocos países en el mundo que lo haya hecho. Todo esto puede que suene como una especie de sueño utópico pero como todo otro país, Costa Rica también batalla con sus propios problemas internos. Aunque aveces nos cueste, uno todavía tiene que ejercer el sentido común en todo momento. En pocas palabras, no vayas a caminar sólo en el centro de San José a media noche estrenando tu cadenita nueva de la virgencita mientras subes fotos al instagram con tu iPhone del año. Suena gracioso, pero hay gente que lo hace… o mejor dicho, lo hacía… porque ya lo han de haber perdido. Pero al salir del centro de la ciudad es otra historia. Este país tiene algunas de las playas más hermosas del mundo que uno puede visitar en la tarde y regresar a su casita justo a tiempo para ver al chacal tocarle la trompeta al primer disque-Juan Gabriel de la noche en Sábado Gigante (QPD). En el recorrido de Nicaragua a San José, pasamos algunos lugares con nombres encantadores pero debido a la escasez de tiempo que teníamos, no pudimos visitarlas en ese instante. Uno de esos lugares se llama Punta Arenas. El nombre me hizo pensar en playas de arenas blancas y aguas claras, resplandecientes en el sol. No nos pudimos quedar con las ganas y en el último día decidimos regresar a esa playa. Al llegar vimos que la habíamos regado. Con una infinidad de playas conocidas al nivel mundial al alcance, a nosotros nos tocó bailar con la fea. Fuimos a la playa que es la oveja negra de todas la playas Costa Ricenses. Siendo un optimista eterno, sugerí que nos echáramos una vueltecita por el área para ver si encontrábamos otra playa pasable por ahí. Jamas la encontramos. Fuimos a otra casi pasable… pero no. Eso nos pasa por no preguntarle a la gente. Dijimos sintiéndonos ya my derrotados, "orale, pues nimodo, vámonos a donde estén todos los gringos…" y nos encantó. Era un Martes por la tarde así que casi no hubo gente. Llegamos imponentes estacionando la camioneta en la arena frente al mar. Nos relajamos al más no poder hasta que desapareció el sol en el horizonte. Fue tan increíble la experiencia que decidimos quedarnos otro día y dedicarnos cien por ciento a visitar las playas del país. Los días siguientes precisamente eso hicimos (aparte de escribir y trabajar), y de alguna manera, cada playa fue más bella que la anterior. No nos cansamos y nos la pasamos visitándolas hasta que llegamos a Panamá. Aparte de su gente hermosa, sus playas paradisiacas y clima tan agradable, el llegar a Costa Rica para mi representó algo aún más grande. Más allá de visitar el lugar más verde del planeta, fue un testimonio para las cosas más grandes que nos pasan en la vida. En lo personal, yo siempre quiero correr antes de caminar sea en la música, en los idiomas que quisiera aprender, o quién sabe, puede que sea hasta en el amor. Todo a su debido tiempo. Quise ir a Costa Rica como un chavo recién egresado de la universidad, pero me pregunto… ¿que sería de mi vida si lo hubiese echo en ese entonces? Ese año que según yo, debía haber estado en Costa Rica, encontré mi carrera y verdadera pasión en la vida. Conforme han pasado los años he podido ver que las bendiciones se presentan en diferentes formas. Pensé que al meterme en problemas me había cerrado las puertas a mí mismo pero ahora me doy cuenta que quizás fue algo divino. Fue una lección que necesitaba aprender en el momento preciso que necesitaba aprenderla. El hecho de que ese sueño se haya ‘muerto’ fue lo mejor que me pudo haber pasado porque el sueño jamas murió sino, fue diferido hasta que estuviera preparado para realizarlo. Así que para aquellos de ustedes cuyo sueño, algo o alguien lo mató… no pierdan la esperanza. Puede que exista algo más grande que, a lo mejor, aún no estén listos para enfrentarlo… nunca dejen de soñar que los sueños sí se pueden alcanzar. Sólo esperemos que no tengas que recorrer 5,000 millas para poder hacerlo. -David |
David LeijaMuchacho dicharachero enamorado pero muy sincero eso si. Edgar BearEdgar es cristiano. Le encanta el futbol, viajar y conocer a la gente. Archives
January 2017
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